martes, 16 de febrero de 2010

Dame a luz en la oscuridad

Sostengo en mi mano derecha, la que secuestra caricias en los lupanares del asco, un cubilete de palabras secas.
Agito mi mano derecha, remuevo las palabras agotadas, lloriqueantes, y las lanzo en el tapiz desaparecido de mi mundo...

Y compongo con ellas el último poema, enfermo, que escribiré jamás; sobre ese tapiz descompuesto: sobre esta mentira que me absorbe. Agité el cubilete enmascarado y lo arrojé al vacío.
Ordeno las palabras, desordeno el sentido, claudico en su sintaxis...
Sonrío sin gracia y me despido de nosotros...

*

Una vez hecho esto, separo lo que soy de lo que fuera (fui), lo que seré de lo que ya nunca más, y me atrevo a distanciarme de ese modo, a encenderme con la mecha semántica de cualquier principio inimaginable (narrado), porque sopla una suave brisa de niebla desde el sur de ningún cuerpo de este mundo... y digo:

«A lomos de caballitos de mar, remonto las olas esqueléticas de la playa de tus ojos... Segrégame en tu mirada, sorbe la espuma que efervescente supura esta cabalgada por la comisura de tus párpados...
Estoy a punto de nacer. Tu boca es una cesárea deliciosa preñada de calientes jugos que abrazan mi frío, mi miedo atávico a la vida. Estoy a punto de no haber existido jamás, entre tus brazos labiales, dentro de la maravilla desubicada de tu útero evanescente...
Tararea esa melodía que nos regaló el silencio...
Dame a luz en esta oscuridad salpicada de ti, de los latidos reflectantes del horizonte doblado como una esquina para nosotros. Como una esquina a escasos metros de distancia... A la vuelta de la esquina... Nos espero a la vuelta de la esqui...

Me tumbo en medio de la playa, en medio del invierno, ahora que no he vuelto a ser yo nunca más, ahora que me desangro a siglos de distancia en cualquier lugar desconocido de vete a saber qué universo; me tumbo en el silencio provocado por mi muerte (nuestra muerte, cariño) y espero, envuelto en la bocanada de tu parto inexplicable, el huracán que destroce la espera, que enarbole nuestros cuerpos imposibles en la cima de los mundos, como una bandera de esperanZa delicada desafiando los designios de todo aquello que nos condenó... hace millones de años, en el corazón inexpugnable de Dios...


(Grita con fuerza... Te oiré...)

3 comentarios:

  1. ¿Te has unido a estos mundos? Caí en tu puerta sin poder evitarlo, seguramente impulsada por las olas de un mundo espigón. Me hace ilusión tenerte por aquí, lo creas o no es como estar más cerca….un beso o un susurro.

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  2. Señor... Qué lío de tarde... Vengo dando tumbos de una página virtual a otra llevándome sorpresas (y yo me di cuén de tu presencia desde Praga, desde un cíber extraño al que se accedía bajando escaleras de caracol, pero no era el momento de escribirte y como a Eternia me dio una extraña alegría, ella ya la explica bien)...

    Y llego dando saltos, sí, y de fondo una canción que escucho por primera vez y me gusta: "Pablo Picasso" de un tal Jonathan Richman del que nunca supe hasta ahora; y de descubrir que César es Boni porque lo que quería era releer lo que te respondí el sábado de este día... Y tanto rollo para qué???

    Pues para volver a repetirte que estoy casi segura de que ese miedo atávico no "se me desaparecerá" nunca.

    Y me cae mal cuando duele... Hace poco me dolió de nuevo.

    Mencanta questés aquí también :))

    Y a ver si por fin mi "celular" se pone nítido cuando lo necesito... (Si, ya sé que la solución es llevar a arreglarlo antes de que se acabe la garantía pero aún no pudeeeee)...

    Ay...

    Qué de cosas, qué de cosas...

    Marcita...

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  3. Aterrizo por éste tu rincón. Leo y (para gustos hay colores)encuentro el texto presentado mediante un lenguaje difícil para enganchar a potenciales lectores. No estoy efectuando un juicio pues no tengo suficiente conocimiento, es solo un sencillo comentario. Iré cotilleando. Un saludo

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